Bejarano
La ligereza con que muchos de nuestros políticos pueden lanzar las más ignominiosas de las acusaciones sin contar con prueba alguna que las confirme y la no menos irresponsable ligereza con que en muchas ocasiones los medios las asumimos como hechos, sin exigir que las mismas estén mínimamente documentadas En forma increíble, algunos medios aceptaron como buenos, asumieron como pruebas los dichos de un presunto delincuente, simplemente porque él lo dijo. Olvidan que hace algunos meses René Bejarano también presentó como “pruebas” los supuestos estados de cuenta de Rosario Robles y de algunos de sus familiares, asegurando que habían recibido millones de pesos y después resultó que todo había sido una falsedad, que se trataba de documentos falsificados que ameritaron, incluso, una denuncia penal contra Bejarano de parte de Robles que la Procuraduría Capitalina, como suele suceder cada vez que se trata del cuidar al “señor de la ligas”, ha mantenido prudentemente en la congeladora.
Lo cierto es que nadie ha visto las pruebas sobre el “complot” de las que alardeó Bejarano el miércoles. ¿Dónde están esos documentos, quién los tiene, quién ha dado fe de que son auténticos? Nadie, incluso los que dieron por buenos sus dichos y aseguraron que con ello se documentaba el complot jamás han visto en original uno solo de los documentos que dice tener Bejarano.” Lo único que le preocupa al gobierno del DF son un par de hilos sueltos: por una parte Carlos Ahumada, preso en condiciones de máxima seguridad, incomunicado, sin posibilidad de dar su versión e incluso de mínimamente desmentir las acusaciones no comprobadas de Bejarano y López Obrador (Carlos Ahumada, por cierto, estaría por comenzar, si no la ha comenzado ya, una huelga de hambre exigiendo condiciones justas de detención y el derecho a poder, aunque sea, dar su versión de los hechos); y el otro, mucho más preocupante para López Obrador (porque en ese caso sus responsabilidades son mayores y directas), Gustavo Ponce Meléndez, que para su desgracia está en manos de la PGR..
Lo cierto es que nadie ha visto las pruebas sobre el “complot” de las que alardeó Bejarano el miércoles. ¿Dónde están esos documentos, quién los tiene, quién ha dado fe de que son auténticos? Nadie, incluso los que dieron por buenos sus dichos y aseguraron que con ello se documentaba el complot jamás han visto en original uno solo de los documentos que dice tener Bejarano.” Lo único que le preocupa al gobierno del DF son un par de hilos sueltos: por una parte Carlos Ahumada, preso en condiciones de máxima seguridad, incomunicado, sin posibilidad de dar su versión e incluso de mínimamente desmentir las acusaciones no comprobadas de Bejarano y López Obrador (Carlos Ahumada, por cierto, estaría por comenzar, si no la ha comenzado ya, una huelga de hambre exigiendo condiciones justas de detención y el derecho a poder, aunque sea, dar su versión de los hechos); y el otro, mucho más preocupante para López Obrador (porque en ese caso sus responsabilidades son mayores y directas), Gustavo Ponce Meléndez, que para su desgracia está en manos de la PGR..
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